LA LLAGA VIVA DE UN DESESPERADO QUE SE SIENTE ODIADO Y HUMILLADO Y SE REBELA. Una vida breve, tormentosa, contestataria, rebelde, signó la existencia de Isidore Lucien Ducasse, conocido como Conde de Lautreamont. Nació en 1846, hijo de Francois Ducasse, funcionario de la embajada de Francia en Montevideo, Uruguay. Isidore perdió a su madre, Jacquette-Celestine Davezac a edad muy temprana, a sólo un año.
Adolescente, su padre le envía a Francia para estudiar y su inquieta rebeldía aflora. Extravagante, misántropo, disfuncional, su conducta escandalosa lo aisla. Su obra Los cantos de Maldoror se empeña en contradecir valores, en endiosar inconductas, en escandalizar, desafiar, blasfemar… Es la expresión de una sensibilidad alterada, herida, pateada por exclusiones sentidas, por una normalidad que siente que le fue negada y a la que provoca, es una vindicación de todo lo prohibido, de todo lo condenado, de todo lo ocultado. Aúlla, más que grita; clama, más que blasfema. Padece, más que desafía.
Si pasamos por alto las imprecaciones, las provocaciones, el esfuerzo adolescente de contaminarnos su desesperación, hay aquí una sorprendente expresión del dolor y la ira que provienen del rechazo, de la carencia del amor maternal, de una vida que se resiente.
Su vida atormentada, como un muñón en carne viva, sólo alcanzó los 24 años de edad. Murió demente en 1870.
Los surrealistas lo adoptaron por el escándalo y la subversión. Yo prefiero entender su dolor y ver al niño que no comprende por qué otros tienen una madre y él no y se rebela contra ese hecho:
http://www.scribd.com/doc/10065645/Ducasse-Lautreamont-Los-Cantos-de-Maldoror
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